Wednesday, October 18, 2006

RUFFIANS “Desert Of Tears”

(Metal Heaven / Goi Music)

Con este curioso nombre de Ruffians (más propio de las letras de José Carlos Molina y sus Ñu) nos encontramos con una banda que lleva la friolera de veintidós años de existencia, aunque eso sí, con un parón de casi quince años desde que se separaron en 1989 hasta que volvieron a juntarse para dar forma a este “Desert Of Tears”, que realmente es su segundo disco completo en estudio, amén de un maxi de cuatro temas y un recopilatorio de rarezas y directos aparecido el año pasado. Y parece que el tiempo no ha pasado para ellos, aun sin haberlos escuchado anteriormente. Lo que nos hemos encontrado en este disco es un típico trabajo de heavy metal sencillo, clásico y en la línea tradicional de las bandas americanas de principios de los ochenta, con algún pequeño guiño al thrash de la Bay Area, o al power metal a la americana que surgió como respuesta a la NWOBHM al otro lado del Atlántico. Temas poco complicados, arreglos los justos y calidad instrumental decente para completar once cortes sin demasiado brillo, ni altibajos. Inicia “I Believe” donde el vocalista Rich Wilde muestra buenas intenciones pero no acaba de plasmarlas completamente como a lo largo de la obra, con las guitarras de los fundadores del grupo Craig Behrhorst y Chris Atchison que cumplen bien, sobre la base del batería Luke Bowman y el bajista Tommy Sisco. Más acelerada resulta “Running Blind” en onda Fifth Angel, al igual que la más espesa “Chosen One” aunque en ambos casos con peor voz; cierto aire Megadeth en el principio de la más pesada “Day Of The Champion” aunque la edulcoran algo con unos pequeños teclados y un buen solo de guitarra bastante Maiden. Continúan con “I Will Fly”, bastante espesa; “Desert Of Tears” sube algo el nivel siendo un tema más elaborado, aunque tampoco es para volverse loco. Más interesante me resultan “Darkest Of Light” con un riff acelerado y pegadizo en su inicio, dando paso a un corte más dinámico con buenos cruces de guitarras, al igual que sucede en la más compacta “Live By The Sword” y en “Soldiers Fate”. Dan un giro inesperado con la acústica “It Ain’t Over”, curiosa y bonita y con la mejor versión vocal de Rich Wilde de todo el disco, al igual que en la de cierre “Freedom” que acaba acelerándose tras inicio tranquilo para acabar en la línea habitual del disco. En fin, un disco para nostálgicos de los grupos americanos de los ochenta de corte metalero, tipo Fifth Angel, Warrior o Malice, pero con menor calidad y pegada.
Mariano Palomo

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